El 2 de noviembre de 1997, en el inusual horario de las 17 hs, nos reunimos unas 30 personas en un departamento de 40 m² de la Av. Santa Fe. Habíamos sido convocados por cuatro personas: Marcelo, Juan, Jorge y Gabriel; un aviso en las revistas NX y La Otra Guía y una recientemente creada página web en Internet ofrecían los datos necesarios.
El objetivo, quizá sólo una fantasía en ese momento, era formar un grupo de Osos en Buenos Aires. Durante aproximadamente dos meses se fueron recolectando los datos de quienes iban llamando al teléfono sugerido.
Entre las preguntas de rigor estaban: ¿te considerás Oso o cazador? Así se armaron dos listas, y para la primera convocatoria se decidió llamar sólo a quienes se habían autoidentificado como Osos. Queríamos formar un grupo en el que el Oso fuera la figura central y, por lo tanto, que fueran ellos quienes decidían que querían hacer.
Las dudas en ese momento eran muchísimas. ¿Habría gente interesada en formar un grupo de Osos en Buenos Aires? ¿Podríamos vencer nuestro individualismo y sacrificar nuestros propios deseos en pos de algo más grande? ¿Se podría juntar un grupo de gente que coincidiera en que era más importante lo que ellos hicieran por el grupo que lo que éste haría por ellos?
Por todo esto, se decidió llamar a esta reunión la CERO. Nadie se atrevía a suponer que esto podría ser la primera reunión de algo. Sólo en esa primera convocatoria se decidiría si había masa crítica y GANAS como para empezar algo. Sobre todo algo grupal y grande.
Finalmente llegó el día. Fue gracioso ver la cara del encargado y vecinos del edificio cuando, en no más de 10 minutos, vieron desfilar a los treinta primeros Osos que se reunían en un mismo lugar. Los Osos habíamos empezado a llamar la atención y dejar nuestra huella, ya desde el mismísimo primer día en el que decidimos juntarnos. A partir de ese momento, nada nos detendría.
La reunión fue un éxito. No faltó ni uno. Ese departamento explotaba de ganas de hacer algo grande. De allí surgió entonces sí, la convocatoria a la que sería la primera reunión. Entre otras cosas se había decidido convocar para la próxima a los cazadores, otras treinta personas que habían quedado en lista y ansiosas por juntarse con el grupo.
La siguiente reunión se llevó a cabo en la Obra Social de Aeronavegantes, que curiosamente tenía el acrónimo de OSA. A partir de la siguiente reunión nos empezamos a juntar en un local de comidas en pleno centro de la Ciudad de Buenos Aires, que casualmente se llamaba "Chubbies" (gorditos), y así el boca en boca empezó a convocar más gente.
En diciembre se realizó la primera gran salida: ¡45 Osos fuimos al Tigre en un viaje inolvidable!
Por entonces se decidió realizar dos tipos de reuniones: las dominicales y la de los viernes. Estas últimas de carácter organizativo, abiertas para todos los socios del club.
El crecimiento constante obligó cambiar de lugares de reunión: en abril de 1998 éramos 50 personas, mientras que un año después ya éramos 150 los asistentes a las reuniones dominicales.
En el año 2000 el Club de Osos de Buenos Aires se instituyó como una Asociación Civil sin fines de lucro y desde el año 2002 cuenta con una sede propia.
A diferencia de otros clubes de Osos en el mundo, el de Buenos Aires tiene ciertas peculiaridades. Por ejemplo, se trata de un club abierto no sólo a los Osos sino a sus admiradores, con lo que se puede acercar gente de lo más variada (si bien existen ciertas características generalizadas). La única limitante que se definió es que se trata de "un grupo de hombres a los que les gustan los hombres", más allá de lo cual, todos son bienvenidos.
El único fin perseguido es conformar un espacio en el que tanto los Osos como sus admiradores se sientan cómodos y a partir del cual se pueda construir.
Una diferencia sustancial, respecto de otros grupos de Osos, es que el énfasis en cuanto a característica "osunas" está puesto en la masa corporal, más que en los pelos o en las barbas. De hecho, si bien muchos usan barba, estas suelen ser del tipo candado y no completas.
Otros integrantes/simpatizantes son delgados, con poco pelo facial y corporal, pero se consideran Osos a sí mismos porque, como muchos, piensan que la esencia del Oso está basada en una actitud y un sentimiento, y no meramente en el físico.
Otra de las características observables en el grupo son las expresiones de afecto y camaradería reinante. Tanto es así que muchas personas que se llegan por primera vez al grupo piensan que los allí presentes se conocían desde siempre, y sin embargo, la gran mayoría se vio por primera vez en el grupo y algunos tienen sólo un par de semanas de antigüedad.
Quizás sea esa una de las observaciones más importantes que uno puede hacer del grupo: la naturalidad con la que se encaran las relaciones personales y la expresión de sus sentimientos. Son muy comunes los besos pero más aún los "abrazos de Oso". Las caras alegres de ver de nuevo a sus amigos están a la orden del día. Las risas a carcajadas y los comentarios graciosos proferidos a los gritos son moneda corriente, si bien muy rara vez se cae en falta de respeto. Si bien no siempre se consigue, se ve claramente que es intención de los organizadores el ayudar a que la gente se comunique entre sí, se conozca y la pase bien. Se percibe la preocupación y ocupación de la gente por la gente misma.
Los Osos de Buenos Aires hemos ido incorporando cada vez más socios plenos. Más allá del número total histórico de socios, la población de socios activos se mantiene en forma constante en un poco más de 120 personas.